Los expertos participantes ayer en el taller celebrado en Económicas coinciden en que hay «mucho miedo» de las empresas para acudir a Europa y que las ayudas deben pedirse «ya»
La Unión Europea es, hoy por hoy, el mejor lugar para conseguir la financiación que no hay en España para empresas innovadoras, pero aún hay «mucho miedo» a acudir a los programas comunitarios por parte de estas pymes pese a sus más que evidentes ventajas: permiten cubrir hasta el 75% de la inversión prevista (incluso la totalidad si hablamos de I+D tecnológico), participar en proyectos de colaboración con otros socios punteros europeos e iniciar la internacionalización.
Estas fueron algunas de las ideas que los expertos barajaron ayer durante el taller desarrollado en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la UBU, donde se animó y se ayudó a 45 empresarios innovadores a solicitar «ya» las ayudas para entrar en el VII Programa Marco de la Comisión Europea. Castilla y León solo recibe el 1,7% de los fondos europeos en este ámbito, lo que se traduce en 22,7 millones de los 1.325 millones de euros que recibe nuestro país, resultados calificados como «modestos».
Este Programa Marco subvenciona a fondo perdido hasta el 75% de los presupuestos de proyectos de I+D en áreas como la alimentación, la biotecnología, las tecnologías de la información y comunicación (TIC), nuevos materiales y procesos productivos, energía, salud, medio ambiente, transporte...
El director general de la Fundación para la Excelencia Empresarial de Castilla y León (Execyl), Prudencio Herrero, subrayó que la financiación europea es la mejor vía para adquirir «conocimientos avanzados», dado que generalmente se crean consorcios con universidades y centros tecnológicos a nivel internacional, «lo que permite a las pymes estar a la última y rodeados de los mejores en Europa».
La entrada en estos consorcios posibilita una red de contactos y socios para iniciar la internacionalización de la empresa, «algo fundamental ahora para mejorar la cuenta de resultados».
PROPIEDAD. En este mismo sentido se pronunció David Fraile, gestor de proyectos de I+D+i en la con sultora Quercus IDI, quien destacó que los riesgos al igual que los beneficios de la inversión son compartidos. Entre los primeros destacó los derechos de propiedad interlectual: «Al ser proyectos colaborativos en los que participan diferentes socios hay que fijar bien quién se va a quedar luego con la explotación de esos resultados».
Fuente: Diario de Burgos