El copresidente Juan Carlos García aseguró que no descartan abrir más establecimientos y que van a intentar hacerse con la gestión del aparcamiento de Villalonquéjar
La Fundación Aida puso de largo ayer la gasolinera que va a gestionar a partir de ahora en el polígono de Villalonquéjar y en la que ha empleado de forma estable a 13 personas con alguna discapacidad física. Su copresidente Pedro Pampliega dio las gracias «al respaldo recibido por Cepsa» pero, sobre todo, la sociedad burgalesa ya que aseguró que «sin el apoyo recibido nunca se podía haber llevado a cabo este proyecto».
Con éstos son ya 47 los trabajadores que tienen un puesto fijo gracias a la iniciativa de esta Fundación que en 2005 abrió su primera gasolinera en la Avenida Islas Baleares y ya cuenta con tres estaciones de servicio (una de ellas en Quintanilla Sobresierra) y un centro de lavado, según especificó el otro copresidente, Juan Carlos García, durante la inauguración en la que intervino la subdelegada del Gobierno, Berta Tricio, y en la que estuvieron presentes representantes de la Gerencia de Servicios Sociales, del Ayuntamiento y de diferentes asociaciones de personas con discapacidad.
Tricio destacó la importancia que tiene la creación de empleo estable y de calidad para las personas con discapacidad y apuntó algunos datos sobre el crecimiento de la contratación en este colectivo en los siete primeros meses del año, que ha crecido un 19%: «En este sentido, la Fundación Aida es un ejemplo claro y modélico», añadió.
Este colectivo no se ha parado una vez puesta en marcha su tercera gasolinera sino que tiene en mente varias iniciativas más. «Nosotros siempre tenemos negocios en mente y quizás el próximo sea tratar de optar a la gestión de algún aparcamiento. Ha salido alguna noticia diciendo que ya no estábamos interesados en el de Villalonquéjar pero no es así, seguimos interesados y vamos a intentarlo», precisó García, que no descarta abrir alguna otra estación de servicio más.
Ayudas técnicas
Por otro lado, la Fundación está inmersa en un proyecto de investigación junto con el Instituto Tecnológico de Castilla y León y la Universidad de Burgos para desarrollar ayudas técnicas para gente con discapacidad: «Si conseguimos que salga adelante un producto que sea viable intentaremos fabricarle en Burgos».
Este colectivo surgió en 1996 de la mano de un grupo de personas con discapacidad física inquietas por su futuro laboral ya que, en palabras de García, estos trabajadores son (los últimos que se contratan y los primeros que se despiden». La Asociación Integradora de Discapacitados dio paso en el año 2000 a una fundación, estructura que le permitiría poner en marcha la primera estación de servicio.