La mayoría de los trabajos recogidos en los dos primeros libros editados por la Cátedra Tomás Pascual-UBU ya son aplicados por las industrias punteras del sector agroalimentario.
«El futuro está en la calidad y España debe trabajar en este camino para ser más competitiva y avanzar en la productividad». Así lo consideró ayer el presidente del Instituto Tomás Pascual Sanz para la Nutrición y la Salud, Ricardo Martí Fluxá, quien insiste que España ha dejado de ser un país con mano de obra barata y debe aspirar a ser «excelente en algo», también en el ámbito alimentario, y, para ello, añade, «es fundamental la colaboración con la Universidad y con la investigación».
Estas reflexiones las hizo Martí Fluxa en la presentación ayer en la UBU de los dos primeros libros publicados en colaboración con la Cátedra Tomás Pascual Sanz: Nuevas tecnologías en la conservación de alimentos, de las doctoras Isabel Jaime y Sagrario Beltrán, y Cómo aumentar la seguridad alimentaria de mis productos, del vicerrector de Investigación, Jordi Rovira.
Martí Fluxá defendió, en este escenario de continuos cambios y crisis, la I+D+i en la industria agroalimentaria «para ofrecer soluciones nuevas aplicadas a los productos ya existentes o a los nuevos, que puestos en el mercado sean aceptados por los consumidores y les ofrezcan mejoras en la vida». «La innovación genera riqueza y empleo», añadió el presidente de la Fundación, quien recordó que las empresas de marca y las que apuestan por la calidad y la diferenciación, entre ellas las de Castilla y León, «están haciendo enormes esfuerzos e inversiones en este campo».
Aportación
Las publicaciones presentadas ayer, que resumen el primer año de trabajos y talleres de esta Cátedra y cuentan con las aportaciones de más de 60 prestigiosos investigadores nacionales e internacionales, ejemplifican los frutos de la colaboración entre industria e investigación, especialmente el Departamento de Biotecnología y Ciencia de los Alimentos.
Según explica Jordi Rovira, algunas de las tecnologías que se detallan en los libros han convertido a empresas locales en líderes mundiales en su sector, como es el caso de las altas presiones y la firma burgalesa NC Hyperbaric, y otras del sector cárnico.
«Al consumidor le gustan cada vez más los productos naturales y está esperando que las tecnologías de conservación aplicadas sean cada vez menos agresivas y que, por lo tanto, no modifiquen las propiedades sensoriales de los alimentos». Partiendo de este objetivo, explica Rovira, es necesario vigilar al máximo la seguridad alimentaria y la conservación del propio alimento. «Hay que conocer bien las tecnologías de las que estamos hablando y trabajar con tecnologías combinadas para que al final el resultado sea parecido a la tecnología más segura que es el tratamiento térmico, la esterilización».
Jesús Javier Matías
G. Arce / Burgos