El enigma del uso del fuego en Atapuerca
Un investigador de la UBU utiliza los restos de fuego de las cuevas de El Mirador y El Portalón para calcular la antigüedad de los estratos
La Fundación del Patrimonio Histórico ha financiado una investigación que utiliza, con éxito y por primera vez, los restos de fuegos prehistóricos en el interior de las cuevas (fumiers) para calcular la antigüedad de estratos arqueológicos mediante técnicas de arqueomagnetismo, que revelan los campos magnéticos terrestres en el momento en que el fuego estuvo vivo. Este sistema permite llegar a datos ciertos de forma eficaz, como alternativa o confirmación de las fechas obtenidas por el método del carbono 14.
El trabajo de investigación del burgalés Ángel Carrancho, becado por la Fundación del Patrimonio Histórico, se ha desarrollado a partir de muestras tomadas en la Cueva de El Mirador y El Portalón de la Cueva Mayor de Atapuerca y también en la cueva cántabra de el Mirón (Ramales de la Victoria). En ambos casos, la etapa estudiada se sitúa entre el año 5500 a.C. (Neolítico) y el año 2000 a. C. (Edad del Bronce).
La investigación, desarrollada en la Universidad de Burgos, ha aplicado técnicas físicas, geofísicas y geológicas, es decir, integra distintas disciplinas científicas para abordar un estudio propio de las Humanidades, para lo que el investigador pasó varios meses en el laboratorio de paleomagnetismo de Utrecht (Holanda).
Recrear hogueras
Por otra parte, el material objeto del análisis no está consolidado, lo que dificulta su extracción, y nunca antes se había examinado conjuntamente desde perspectivas geofísicas y arqueológicas.
Una novedad del trabajo de este licenciado en Humanidades por la UBU consistió en recrear hogueras prehistóricas y comprobar su comportamiento para conocer más datos acerca de la vida de los pueblos prehistóricos. La valiosa información arqueológica que permite obtener este método lo convierte en una referencia para futuros estudios paleomagnéticos.
El trabajo aporta 26 direcciones arqueomagnéticas inéditas, entre ellas, los registros más antiguos obtenidos en toda Europa Occidental y los únicos que existen de entre los años 5500 y 4000 a.C, lo que representa un paso importante para utilizar el arqueomagnetismo como método de datación arqueológica.
Fuente: Diario de Burgos