Con el “Libre” de Nino Bravo ha sido despedido hoy por la Facultad de Humanidades y Educación el catedrático de Historia Medieval Francisco Javier Peña con motivo de su reciente jubilación.
Ante un nutrido auditorio de compañeros y amigos, Javier Peña dio las gracias, aunque dijo “nunca me han gustado las celebraciones” por considerarlas que son una muestra de “exhibicionismo sentimental complicado de contener”. Pero con cierta ironía justificó su presencia en el salón de actos por no hacer un feo al decano, para agradecer públicamente a la UBU los buenos momentos que ha pasado y por un capricho “al poso de vanidad que acecha en la cara oculta de nuestro inconsciente”.
Este profesor advirtió que más de la mitad de su vida la ha pasado en la Universidad. En este tiempo “he hecho lo que más me ha gustado” y he procurado “ayudar sin ostentación”. “Se trata –dijo- de una vida sin milagros dignos de mención”, una despedida que calificó de provisional. “Cuando llegue la definitiva, ya hablaremos. Bueno, hablarán los demás; por mí, para entonces que digan lo que quieran”.
Durante el acto de homenaje el decano de la Facultad de Humanidades y Comunicación, Ignacio Fernández Mata, contó un cuento imaginando un sarao peliculero, que recordaba a la escena de ¡Bienvenido Mister Marshall! entre Luis García Berlanga y José Luis Cuerda propio de un acto divertido y alegre como había pedido el homenajeado.
“Has de dar gracias de que existe una legislación laboral que te ampara, pues de ser cierta esa necedad que en la zona Este llaman “derecho a decidir”, habríamos votado por no dejarte ir…”
“Para mí, dijo el decano, ha sido un maestro y ejemplo científico; riguroso y exigente consigo mismo, una persona generosa e implicada con la institución, alguien que trabajando denodadamente por el bien colectivo ha huido en todo momento de personalismos o de buscar halagos”. Un ejemplo de eficacia, sensibilidad y discreción durante la dirección del Departamento Historia, Geografía y Comunicación y más aún al frente de la Defensoría Universitaria en la que estuvo 10 años.
Todos coincidieron en que se va un trabajador incansable, un hombre recto, un magnífico profesor y un reconocido investigador, con una gran trayectoria profesional y humana, que ha abierto camino al resto de profesores de la Facultad.
Para elogiar la vida académica de Javier Peña intervino el director del Departamento de Historia, Geografía y Comunicación, Félix Castrillejo Ibáñez, que relató los 40 años de Peña en la Universidad, deteniéndose en su enorme capacidad de trabajo, su sentido del humor y su compañerismo.
Señaló sus pilares: docencia, investigación, gestión académica con la transformación de la Selectividad. Castrillejo recordó que puso las bases de un examen totalmente anónimo y del actual sistema de etiquetas; y subrayó su trabajo como director del Departamento y sus años como Defensor Universitario con un espíritu conciliador.
El discurso más intelectual lo pronunció el profesor de la UBU Julio Pérez Celada, antiguo alumno del homenajeado. En su intervención, detalló la larga y fructífera trayectoria profesional como docente e investigador de Peña.
Evocó su formación inicial Teológica, donde realizó exitosas incursiones en el pensamiento tomista, los años de la dictadura del general Franco en los que comenzó a dar clase y su razonamiento aristotélico. Habló de su relación con el profesor Julio Valdeón, su interés por el materialismo histórico, que dejo relegado a un segundo plano.
“Acaso de esa relación sucesiva con la vieja lógica formal de Estagirita y la lógica dialéctica surgió un discurso historiográfico caracterizado por su extremo rigor formal –manifiesto en la solidez constructiva de sus cláusulas- que aplicó Javier Peña a la profundización en la realidad del feudalismo castellano, un discurso que he pensado a menudo que lo vincula en parte a la experiencia de hibridación entre el marxismo y la filosofía analítica que desarrolló el profesor de Oxford Gerald Allan Cohen”, explicó Pérez Celada.
Desmontar los viejos mitos sobre el Cid Campeador y los jueces de Castilla ha sido una tarea en la que se ha empeñado este catedrático, según explicó en su laudatio Julio Pérez, con rigor formal, sesgo filosófico y un análisis novedoso, que le ha proporcionado algún que otro quebradero de cabeza. Sus escritos sobre esta figura mítica, legendaria y falsa de la historia “constituyen una contribución de primer orden a la ubicación del quehacer historiográfico en el lugar que le corresponde como instrumento al servicio de una conciencia crítica y cívica” y, en su opinión, este trabajo ha estimulado a abandonar el infantilismo de las creencias injustificadas que alteraron la visión del pasado, aunque todavía queda mucho camino por recorrer.
Finalizó el acto el rector Manuel Pérez Mateos quien advirtió que se ha ido “un excelente profesor”, con una gran trayectoria profesional y humana. “La Universidad queda en deuda contigo”.
En el ambiente latía otra figura la de Luis Martínez García que falleció en enero de 2018 recordado por el decano y por el propio homenajeado. “Hoy debería haber estado aquí” y, como muestra de aprecio, el decano anunció la creación del premio al mejor trabajo fin de grado en Historia y Patrimonio, que se otorgará este año por primera vez. La Facultad ha decidido también recopilar los artículos y estudios de este profesor que serán recogidos en un libro publicado por la Universidad.
Peña también recordó a Luis Martínez: “Habíamos acordado hacer coincidir la fecha de nuestra jubilación y, por ende, la de esta otra despedida… A él, el último regate de su corazón le privó de la posibilidad de despedirse de todos antes de marcharse, y a mí me ha dejado tristemente solo del quehacer académico que habíamos compartido durante más de medio siglo”.